Los cambios en los hábitos de alimentación a nivel global también se han extendido a Euskadi, donde actualmente casi una de cada cinco comidas se basan en productos precocinados o fast-food. En total, la población vasca gastó 93 millones de euros en fast-food durante 2015, una cifra que seguirá aumentando en torno a un 8’5% anual.
Esta tendencia en la alimentación tiene serias consecuencias. Por un lado, implica una nutrición cada vez más deficiente, y la prueba de ello está en las crecientes cifras de obesidad infantil: un 15% de los niños y niñas vascos es obeso, y un 13% sufre sobrepeso. Por otro, contribuye al descenso en el valor de la producción agraria vasca, cuya renta ha caído un 50% en los últimos 24 años y a día de hoy representa solo el 0’9% del PIB.