En los últimos años se han extendido las tecnologías englobadas bajo la etiqueta “smart city”, soluciones que, aplicadas a la ciudad, permiten gestionar de forma más eficiente la movilidad, el consumo energético o los recursos urbanos. Sin embargo, tal y como destaca el director de la agencia de innovación británica Nesta, Geoff Mulgan, el auge de las “ciudades inteligentes” provocó también la expansión de algunas ideas más enfocadas en el potencial tecnológico que en las necesidades reales de la gente, con soluciones costosas y sobredimensionadas. Es por eso que de un tiempo a esta parte, el concepto de ciudad inteligente se está moviendo hacia iniciativas que combinan una nueva generación de tecnologías abiertas y de bajo coste con el poder de la ciudadanía para recopilar y generar conocimiento.
